El universo de la cultura venezolana despertó ayer con la muy nefasta noticia de la muerte del incalificable Rodolfo Saglimbeni, un excelso director musical y un verdadero gentleman, un caballero. De hecho, su trayectoria artística fue reconocida en 2014 con el título de Caballero de la Orden de la Estrella de Italia. Pero esa condición trascendió los escenarios porque en lo personal también fue, como se dice en buen criollo, un tipazo a quien tuvimos el placer de conocer y entrevistar en varias oportunidades.
Fue un maestro de maestros que compartió sin mezquindad toda su experiencia y conocimientos, adquiridos en prestigiosas academias dentro y fuera de Venezuela, con las nuevas generaciones que desde hace varios años sostienen con sólidas bases el legado que él les entregó, como por ejemplo la maestra Elisa Vegas, actual directora titular de la Gran Mariscal de Ayacucho, orquesta que él fundó a finales de la década de los 80 del siglo pasado, o el maestro Daniel Gil, con quien compartió el podio en esta última etapa de su vida frente a la Orquesta Sinfónica Municipal de Caracas (OSMC), de la cual fue guía artístico y musical titular desde hace más de 20 años.
En una oportunidad el productor musical Álvaro Paiva Bimbo nos comentó, sin pudor alguno, que en su opinión el mejor director musical de Venezuela se llamaba Rodofo Saglimbeni. Muchos otros músicos nos confesaron que compartían esa opinión.
El dolor por su muerte se manifestó de manera profusa ayer en las redes sociales,
“Con el alma dolida, nos sumamos al duelo por la partida física del maestro Rodolfo Saglimbeni, una de las figuras más destacadas de la dirección orquestal en Venezuela y Latinoamérica”, escribieron en la cuenta oficial de Instagram de la Orquesta Sinfónica Venezuela
“Su vínculo con nuestra Orquesta fue cercano y sostenido: se desempeñó como Director Asociado de la Orquesta Sinfónica Venezuela, dirigiéndonos en numerosas oportunidades con esa mezcla única de rigor, sensibilidad y visión artística que lo caracterizaba.
“El maestro Saglimbeni no solo nos deja una obra musical admirable, sino también un ejemplo de generosidad, constancia y fe en el arte como herramienta de transformación”, agregaron en la publicación.
Por su parte, su orquesta actual la OSMC consideró que su legado musical y su entrega apasionada marcaron una época de excelencia y compromiso artístico que trascendió generaciones.
Reconocido internacionalmente, continúa la publicación en la cuenta de Instagram de la agrupación capitalina, no solo dirigió con maestría, “sino que también impulsó un proyecto artístico-social que enriqueció a nuestra comunidad musical y cultural. No solamente nos dejó un gran legado musical, sino también un invaluable legado humano, reflejado en su generosidad, dedicación y amor por la música y las personas que la hacen posible. Su memoria vivirá siempre en cada nota y en el corazón de todos los que formamos parte de esta gran familia sinfónica”.
Saglimbeni murió en la Clínica Ávila, donde era tratado por un cáncer de esófago que no le dejó mucho tiempo entre el diagnóstico y su partida. “Para mí, en particular, como uno de sus grandes amigos de la infancia es demasiado duro y triste”, comentó al Correo del Orinoco, Miguel Rutigliano, primer oboe de la OSMC, quien estudió junto al maestro Saglimbeni en el conservatorio Vicente Emilio Sojo de Barquisimeto desde finales de los años 60 del siglo pasado.
“Rodolfo, desde niño, demostró sus cualidades con un talento nunca visto en esa época. En las clases de solfeo era un espectáculo ver cómo podía detectar todos los acordes que el maestro de solfeo tocaba al piano, su oído que era totalmente absoluto, su talento era de los pocos vistos para la época, comenzó estudiando varios instrumento, ya de niño, tocaba acordeón junto a su hermano Luis Felipe Saglimbeni, cariñosamente Pepe, luego fue trompetista y pianista. Cuando el maestro José Antonio Abreu fue a Barquisimeto a crear las orquesta juveniles (Saglimbeni) fundó la primera orquesta juvenil de Lara”, recordó Rutigliano.
Al poco tiempo de aquello el trompetista comenzó a demostrar su talento para dirigir, durante algunos ensayos con orquesta juvenil de Lara. “Y fue muy evidente el super talento para esa difícil profesión que es la de director de orquesta sinfónica”, consideró el oboísta.
Más adelante se ganó, en la Orquesta Filarmónica de Caracas creada por Aldemaro Romero, el puesto de director asistente junto a Pablo Castellanos. Pero no se durmió en los laureles y con la necesidad de crecer musicalmente viajó a formarse en el Royal College de Londres, donde se graduó con las máximas notas.
Luego de una amplísima trayectoria en muchas orquestas de gran prestigio, su último trabajo fuera de Venezuela, fue con la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile, en paralelo con la OSMC.
“El maestro Rodolfo Saglimbeni fue una persona muy buena, fue un gran activista de la música latinoamericana, de los compositores venezolanos, fue un gran patriota, en mi caso fue mi mejor amigo de niño y seguirá siendo mi mejor amigo, hasta que Dios nos reencuentre para seguir compartiendo nuestra amistad y la música. Venezuela le debe al maestro Saglimbeni un gran homenaje, porque no todos los días fallece una persona que ha dado tanto por un país. Paz a su alma, y siempre lo tendremos como el mejor amigo, el mejor maestro y uno de los mejores venezolano que ha dado la patria”, consideró Miguel Rutigliano.
Por su parte, la concertino de la OSMC, María Fernanda Montero, lo tiene a Saglimbeni como “una maravilla de músico”, con una amplia capacidad de estudio y comprensión de la música marcadas por “su infinita curiosidad que cada día lo hacía más sabio. Te podría hablar también de su impecable técnica, su amplio repertorio, en fin, de muchas cosas que la mayoría también dirá. Pero desde lo más profundo de mi corazón lo que más tengo presente y será así para siempre, es a un ser humano excepcional. Mi amigo, mi alma gemela en la música, una persona que le dió un sentido especial a mi existencia y a quien extrañaré cada día”, comentó la violinista.
Montero, fundadora del programa de iniciación musical Los Colores de la Música, tuvo la oportunidad de atender en esta propuesta a las hijas de Saglimbeni, posición que además le permitió conocer parte de su dimensión como padre.
“Fuí testigo también de esa faceta de padre amoroso y consentidor, de su ternura con los niños, porque su alma también era así de cristalina como la de un niño”, agregó Montero.
Entre tanto, la maestra Elisa Vegas recordó en su cuenta de Instagram que el maestro Rodolfo no solo fue una referencia musical, sino también un apoyo invaluable para quienes hicieron vida dentro de la Gran Mariscal de Ayacucho, que además de fundar dirigió desde 1989 hasta 2002, lapso que, con su sensibilidad artística y humana, le permitió marcar la identidad de esa institución.
“Su huella sigue viva en muchos de nuestros músicos actuales, quienes comparten a diario anécdotas y aprendizajes con las nuevas generaciones, manteniendo vivo su legado artístico y humano.
“Gracias, maestro Saglimbeni, por tus enseñanzas, por tu pasión inagotable por la música y por el legado que sembraste en nuestra institución. Gracias por mostrarnos, en cada ensayo y en cada movimiento de tu batuta, que la música puede transformar, emocionar y trascender. Gracias, maestro Rodolfo, por haber sido parte fundamental de nuestra historia. Vuela alto, y que tu batuta siga dirigiendo grandes orquestas desde donde estés”.