Desde mañana 12 de junio llegará a los circuitos comerciales de Venezuela el tercer largometraje de ficción del director, Ignacio Márquez, Caimanes de la galaxia, una propuesta que en su discurso busca resaltar la importancia del trabajo en equipo y la inclusión, y, al mismo tiempo, saldar parte de la deuda del séptimo arte criollo con nuestra idiosincrasia relacionada a la pasión indiscutible de esta población hacia el béisbol, considerado como el principal deporte del país pero muy poco reflejado no solo en el cine, sino en las diversas expresiones artísticas nacionales, con excepción de la música.
Caimanes de la Galaxia cuenta la historia de Carlos, un niño caraqueño que sueña con jugar en las “ligas intergalácticas”, un recurso narrativo creado inicialmente para evitar la asociación directa con las “ligas mayores”, pero que luego se convirtió, de acuerdo al realizador, en una especie de catalizador de la creatividad
Carlos, interpretado por Franklin Fernández, un joven pelotero que nunca antes había actuado, por cuestiones familiares se ve obligado a dejar su vida en la ciudad para mudarse a un lugar remoto al que llama Plutón, donde vive su abuela. Este cambio aleja al protagonista de su sueño de jugar en las ligas intergalácticas y además lo hace emprender un viaje personal que lo obliga a priorizar el trabajo colectivo por sobre su individualidad para levantar la moral y dignidad de un equipo con pocas probabilidades frente a otro formado por arrogantes talentos.
En conversación con el Correo del Orinoco, Márquez explicó que la intención inicial de este proyecto fue crear una película con chamos, para chamos, pero que pudiera conectar con padres, abuelos y la familia en general para tratar temas complejos como la violencia doméstica y la inclusión, por medio del béisbol como hilo conductor y elemento central de la historia.
Una profunda investigación
Luego de un año de exploración y búsqueda junto a la investigadora de larga trayectoria en temáticas para adolescentes en formato audiovisual, Sofía Salazar, Márquez consiguió articular un discurso que él califica como “disruptivo”, más cercanos a las formas de relacionarse de los chamos actuales con los lenguajes multimedia que a las fórmulas narrativas convencionales. Un lenguaje que se acerca incluso a la estética de los videojuegos, a juicio de un joven espectador luego de una proyección preliminar de la obra.
“Hay una lógica de construcción de la película que no es realista, y a lo mejor tiene que ver con eso (con las formas de los videojuegos)”. Por ejemplo, tiene “un diseño sonoro que es como una película que simula estar en la galaxia y no con sonidos reales. Los batazos no suenan a los batazos tradicionales. Hay un personaje que rompe la cuarta pared y habla a la cámara, por ejemplo. Hay una serie de elementos disruptivos que yo creo que tienen que ver con los chamos y su forma de relacionarse con las cosas. Están viendo un juego de béisbol, pero al mismo tiempo están con el celular. O están escuchando una canción y al mismo tiempo están hablando”, comenta el realizador.
En la película se juega con la ruptura narrativa y se toma distancia de una lógica narrativa lineal. Hay una serie de elementos que para mí son como lúdicos, que hacen que la película se ponga como al servicio de ellos”, de los chamos, agregó Márquez.
A decir del también guionista, fundamentar la configuración del filme desde una perspectiva lúdica con amplia libertad creativa para poder introducir elementos que pertenecen al cine convencional es la clave para conectar con el público adolescente desde la honestidad
“Y entonces, claro, dentro de la creación es muy sabroso tener ese rango de libertad. Y creo que eso lo da el hecho de dirigirte a un público que no solo te lo permite, además creo que te lo exige”, apuntó
El deporte y la tradición como protagonistas
Caimanes de la galaxia no utiliza al béisbol como simple vehículo para mover una historia. Por el contrario, el peso del deporte en esta iniciativa es tal, que se prefirió seleccionar a verdaderos jugadores de béisbol menor en lugar de actores. En total seleccionaron a cerca de 20 chamos de los cuales solo dos no practicaban béisbol en la realidad.
“En lugar de un asistente de dirección teníamos a un coach”, contó Ignacio Márquez a manera de broma. “Lo más complicado de armar, por un asunto de continuidad, fue el line-up. (orden al bate) Claro, porque se podía armar el line-up en términos dramáticos. Porque a veces, dramatúricamente, puedes tomar la licencia de poner un orden (al bate en este caso) que no es el real. Nosotros respetamos el orden del line-up, fuimos bastante rigurosos con el béisbol”, reveló
Tal es el rol protagónico del deporte en esta historia que un alto porcentaje del desenlace transcurre en un juego, pero en esta oportunidad, por la magia del cine, visto desde adentro del campo y no como se observa tradicionalmente un partido de béisbol en la televisión. Todas las jugadas, realizadas por peloteros reales, el espectador las verá como si estuviera en el diamante, desde el interior del campo de juego, en una experiencia inmersiva.
Referencias cinéfilas
Esa libertad creativa que tuvo en Caimanes de la galaxia le permitió además al autor introducir parte de sus referencias como espectador y amante del séptimo arte. Así, por ejemplo, el juego de desenlace es un guiño a la saga de Rocky que finaliza con un combate. Y también hay un homenaje a la película del mismo director, John G. Avildsen, Karate Kid, en la figura encargada de manejar a la novena del protagonista, una especie de Miyagi que además refiere un capítulo desconocido pero sumamente interesante del béisbol Venezolano.
Igualmente, de acuerdo al director, la música original realizada por el joven compositor Gabriel Delgado, en algunos fragmentos recuerda a la composición de NIno Rota en el tema principal de El Padrino.
Hasta se coló en este filme una influencia de la legendaria serie transmitida en Venezuela a principios de los 80 del siglo pasado, que tomó base en una película homónima, Los Osos Revoltosos, un equipo que tenía en su alineación, como pitcher, a una niña, que en el caso de Caimanes de la galaxia funciona además para cubrir el tema de la inclusión.
Homenajes
Esto se combina con homenajes al béisbol venezolano en detalles como los números de los jugadores del equipo del protagonista, todos correspondientes a destacadas figuras del deporte nacional. También se rinde tributo a estrellas de las Grandes Ligas, como al llamado filósofo del béisbol, Yogi Berra, de quien se replican célebres frases, precisamente en la voz de la figura equivalente a Miyagi. También se recuerda al legendario Jackie Robinson, primer afrodescendiente en jugar en las ligas mayores. Así mismo, números de jugadores relevantes de Grandes Ligas están en los dorsales del equipo antagonista.
Más allá de la pantalla, la producción de Caimanes de la galaxia recreó un campo de béisbol en Guarenas, donde se rodó la mayor parte de la película, en el cual dejaron un mural, también en homenaje a luminarias criollas del deporte como Baudilio Dïaz, Luis “Camaleón” García, Alfonso “Chico” Carrasquel, Luis Aparicio, Jesús Marcano Trillo, David Concepción, Antonio Armas, Oswaldo Guillén y César Tovar
Ignacio Márquez no dejó pasar la oportunidad de incluir en esta película un pasaje casi oculto, pero registrado, de la historia del béisbol de nuestro país. relacionada con el equipo Las Tres Estrellas, una novena formada en los años 60 del siglo XX en Guarenas, con la particularidad de ser, tal vez el primero en la historia del deporte venezolano, conformado solo por mujeres, novias de jugadores a los que incluso se atrevieron a retar a un duelo. El enfrentamiento fue rechazado por los varones, tal vez por temor a perder, bajo la excusa del temor a lesionar a las damas. Finalmente Las Tres Estrellas jugaron contra otro equipo femenino de Río Chico, aportó Ignacio Márquez.