El presidente de Rusia, Vladímir Putin, aseguró que las recientes sanciones impuestas por Estados Unidos contra su país “no tendrán un impacto importante” en la economía nacional, aunque sí admitió que provocarán “ciertas consecuencias” en el corto plazo.
Las medidas, dirigidas a las principales petroleras rusas, Rosneft y Lukoil, así como a sus filiales, fueron calificadas por el mandatario como un acto “grave y hostil”.
Putin subrayó que tales acciones “no fortalecen las relaciones” entre Moscú y Washington, las cuales —según dijo— estaban comenzando a mejorar. Recordó que durante la administración Trump se aplicó el mayor número de sanciones contra Rusia hasta ese momento, y señaló que las medidas actuales tienen un claro componente político y económico, orientado a “ejercer presión” sobre el país.
“Ningún país que se respete toma decisiones bajo presión”, enfatizó.
El líder ruso también resaltó el papel fundamental de Rusia y Arabia Saudita en el equilibrio energético mundial. Advirtió que romper ese equilibrio sería “una tarea muy ingrata”, ya que sustituir el volumen de crudo y derivados rusos en el mercado global requeriría “tiempo y grandes inversiones”.
En este sentido, Putin advirtió que una reducción abrupta del suministro energético ruso podría disparar los precios internacionales del petróleo y los combustibles, con efectos directos sobre el consumidor estadounidense. “Estados Unidos no sería la excepción”, recalcó.
Las declaraciones del presidente ruso se produjeron luego de que el Departamento del Tesoro de EE. UU. anunciara un nuevo paquete de sanciones contra 34 filiales de las mencionadas compañías energéticas, bajo el argumento de que Moscú mantiene “una falta de compromiso serio” con los esfuerzos de paz.