El pasado 14 de agosto se cumplió el primer año de cambio de plano de nuestro amado Roberto Hernández Montoya, quien en sus últimas batallas comunicacionales por la verdad y en defensa de la Revolución Bolivariana realizo aportes importantes al poner en duda las amenazas, afirmaciones y opiniones falaces de la oposición golpista y fascista con su famosa e inquisidora invitación a la reflexión: “Por una duda que tengo…” y que se convirtió en un arma de guerra comunicacional en los últimos tiempos.
Hay dudas de dudas, hay dudas que ofenden, por ejemplo, la del apóstol Tomás, cuando dudo de la presencia de Jesús ante los Apóstoles después de su muerte y donde prevaleció aquella famosa frase de: “ver para creer”.
Entonces, Cristo se le apareció a Tomás, vio y creyó, ¡qué pena con nuestro Señor! parafraseando a la humorista Carola Chávez.
Existe la duda contrarrevolucionaria, o de las guabinas, cuando se vacila, es decir, eres chicha o limonada, eres o no eres, ser o no ser.
De igual modo tenemos, la duda Metódica o de Descartes, que propone acabar con la mismísima duda a través de la verdad fáctica o del hecho en sí, es decir, su intención es acabar con la duda.
Otra, es la duda razonable, con base en la razón y la evidencia, la preferida de jueces, abogados y criminólogos.
Así mismo, está la duda causada por la incertidumbre, producto de noticias falsas sobre Venezuela, modalidad practicada entre los periodistas e influencers palangristas de Washington, Miami, Bogotá y Madrid.
De igual manera, tenemos la duda de Hernández Montoya o “Por una duda que tengo”, compuesta por elementos políticos, humorísticos y sarcásticos, considera la duda como una invitación a estar atentos a los acontecimientos, a dudar de los fines perversos de cierta información que aspira a convertirse en verdad.
Roberto cuestiona desde la pregunta inquisidora, con fuerte contenido sarcástico y cargada de humor fino, además, comunicacionalmente breve buscando ridiculizar.
Así, Roberto convierte la duda en un arma de la comunicación efectiva y revolucionaria frente a la mentira aliada a la utilización de la alta tecnología comunicacional como la red X, anteriormente conocida como Twitter y, que es utilizada como un arma de guerra cognitiva contra los venezolanos y la Revolución Bolivariana.
¡Tranquilo Roberto! Seguiremos tu ejemplo en cualquier modalidad que se nos plante la lucha por la verdad en las redes sociales y sus plataformas tecnológicas.